El Diario de Medusa
Querido
Diario: Recuerdo cuando las personas podían verme sin temor, extraño eso, que
me hablen mirándome a los ojos. Todo eso
se acabó por los celos de Atenea, esa chica debe madurar.
Ya no puedo
jugar con nadie a ver quién aguanta más sin parpadear, o sin mirar a otro lado.
Bueno… en realidad lo hago, pero… resisten demasiado, debe ser porque son muy
competitivos, aunque también puede ser por ese problemita de la mirada que
convierte en piedra.
Ayer
caminaba por el centro y percibí que estaban construyendo unos pilares. Me
dirigí allí a propósito. Es que me encanta seguir escuchando piropos cuando
paso caminando por al lado de las obras en construcción. Efectivamente los
fuertes albañiles mencionaron con poca sutileza mis atractivas curvas. Pero
cuando volteé a ver el rostro de aquellos poetas urbanos, de inmediato, se hicieron
parte de la construcción y pasaron a ser las estatuas más realistas del
momento.
De todos
modos, lo peor de mi “transformación” es que ahora tengo dieciséis bocas más
que alimentar. Estas serpientes sólo comen del balanceado, creí que ya era
suficiente con lidiar con el fastidioso Poseidón, quien sigue parado en la sala
de estar mi morada. Lo petrifiqué… Es muy pesado para moverlo, simplemente lo
pinté y aproveché su postura para utilizarlo de perchero.
Sin embargo,
algo bueno pasó hoy: un chico nuevo en la ciudad me invitó a beber vino y comer
lo de siempre… carne de oveja con diversos tubérculos. El nombre del joven es
Perseo. ¡Estoy tan emocionada! ¡Es increíble que todavía haya gente que no se
fije sólo en el exterior!
Creo que eso
es todo por hoy. Hasta mañana si Zeus quiere.
Medusa